Ensayo: El olor como símbolo de identidad en El Perfume, de Patrick Süskind

El olor como símbolo de identidad en El Perfume, de Patrick Süskind.

Introducción
En este ensayo voy a explicar brevemente como está presentado el olor como símbolo de identidad en el libro El Perfume, de Patrick Süskind, en el cual el protagonista es un chico que tiene un olfato claramente más desarrollado que el resto de humanos, y se guía únicamente por él. Jean-Baptiste Grenouille, así se llama nuestro protagonista, va por el mundo únicamente orientado por su olfato, y para él todo lo que carezca de olor no importa o es inexistente. Un día, se da cuenta de que su propio ser no huele a nada, y por esa razón, decide crear un perfume que atraiga a todo el que lo huela.2

Desarrollo
La historia comienza cuando Jean-Baptiste Grenouille, siendo aún un recién nacido, es entregado por la nodriza Jeanne Bussie al padre Terrier. Ésta no lo quiere porque según ella “no huele a nada, y todos los niños de pecho huelen a algo”. Grenouille nace en el París del siglo XVIII, una ciudad en que “ reinaba un hedor apenas concebible” (Página 9), y la gente, al no tener tanto higiene como ahora, no se duchaba, lo cual hacía que en la ciudad se juntasen los olores de los animales, las personas, los excrementos de ambos, etc.; y la gente, al estar acostumbrada a esto, tenía la nariz saturada de olores y, en general, no le daban mucha importancia.
Nuestro personaje es, desde el principio, muy curioso por los olores, ya que “a los seis años ya había captado por completo su entorno mediante el olfato. No había ningún objeto en casa de madame Gaillard, ningún lugar en el extremo norte de la Rue de Charonne, ninguna persona, ninguna piedra, ningún árbol, arbusto o empalizada, ningún rincón, por pequeño que fuese, que no conociera, reconociera y retuviera en su memoria olfativamente, con su identidad respectiva. Había reunido y tenía su disposición diez mil, cien mil aromas específicos…” (Página 31), así que ya había registrado en su mente todos los olores próximos a él y, a medida que crecía, iría captando más.
Grenouille asociaba todo lo que veía a un olor. Para él, todo estaba identificado por su olor, y todo lo que él no pudiese oler no era de importancia o era, simplemente, inexistente. Es en el capítulo 29 cuando Grenouille se da cuenta de que él mismo no huele a nada, siendo, para él, un grave problema. Hasta entonces no se había percatado de eso, y tenía que encontrar una solución rápida y eficaz para acabar con ello. Aquí es cuando el lector se da cuenta por primera vez de que él, sin un olor con el que se le pueda distinguir, se siente, y es insignificante, aunque como ya dice al principio del libro “En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escaseaban los hombres geniales y abominables. […] Se llamaba Jean-Baptiste Grenouillw y si su nombre, a diferencia de otros monstruos geniales […], ha caído en el olvido.” (Página 9).
Es entonces, cuando se da cuenta de que no huele a nada, cuando decide trasladarse a la ciudad de Grasse para recoger los olores de las veinticinco chicas más guapas del reino, y poder así crear el perfume con el que toda persona se sentirá atraído hacia él irresistiblemente y hacerse con una identidad, “necesitaba a las muchachas y por eso las había matado” (Página 227).
Después de matar a las veinticinco chicas, Grenouille recogió los olores de todas ellas y los juntó, creando una fragancia inigualable con la que ya se sentía persona. Ya tenía lo que quería, y le daba igual lo que le pasase ahora, es por eso que cuando el alguacil que le iba a matar le preguntó por su último deseo y el le respondió “nada” (Página 228), tenía el perfume, y no necesitaba nada más. Cuando entró en la plaza para que le ahorcaran, habiéndose puesto previamente su más preciado tesoro, y con ello su identidad “Ocurrió que los diez mil seres humanos del Cours y las laderas circundantes se sintieron de improviso imbuidos de la más inquebrante convicción de que el hombrecillo de la levita azul que acababa de apearse del carruaje no podía ser un asesino. ¡Y no es que dudaran de su identidad! […]. La multitud ya era sólo líquida, se había diluido interiormente en su alma y en su espíritu, era sólo un líquido amorfo y únicamente sentía el latido incesante de su corazón; y todos y cada uno de ellos pusieron este corazón, para bien o para mal, en la mano del hombrecillo de la levita azul: lo amaban” (Página 234).

Conclusión
Voy a concluir este ensayo diciendo que, en el libro, Grenouille siente que no es nadie al darse cuenta de que no tiene olor propio, pero eso, en realidad, no significa nada. Todas las personas tienen un olor propio, sean como sean, lo tienen. Es verdad que un olor te puede recordar a algo, y por eso hacer que tu opinión cambie, pero las personas no son únicamente olores, hay más cosas que las componen. Hay quien dice que a las mujeres les atraen más los hombres que huelen como sus respectivos padres, ya que les dan una sensación de protección. No hay que olvidarse de que esto es una novela de ficción, y que nada de lo que pasa es real, aunque así lo diga el autor en el primer párrafo del libro.


Luis García-Delgado
Palma, febrero de 2013

Comentarios

  1. Wow, que buena crítica, no lo había visto de esa forma, el libro me encanta y la película hace poco la volví a ver en la tv y la verdad sigue sin encantarme, quizá porque el libro es estúpendo y la película se queda bastante corta. En fin solo son gustos diferentes.

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